La cultura zapoteca fue una antigua civilización mesoamericana que habitó el territorio mexicano del actual valle de Oaxaca y el istmo de Tehuantepec, entre 500 a. C. y 900 d. C.
Los zapotecas creían que su pueblo procedía del cielo y se llamaban a sí mismos “binni záa” que significa “la gente de las nubes”, nombre que hacía referencia, además, a su asentamiento en tierras montañosas altas.
Su organización política y social estaba atravesada por las creencias religiosas y sus expresiones artísticas tenían rasgos bélicos y ceremoniales. Los zapotecas fundaron la ciudad amurallada de Monte Albán, a partir de la cual expandieron su estado y conquistaron a sus pueblos vecinos.
La antigua civilización zapoteca habitó el valle de Oaxaca, las sierras del norte del valle y parte del Istmo de Tehuantepec, en el sur del actual México. Se desarrolló durante los periodos Preclásico y Clásico de la historia mesoamericana, entre los años 500 a. C. y 900 d. C.
Sin embargo, luego del declive de la civilización zapoteca (con capital en Monte Albán), la cultura perduró a lo largo de los siglos a través de poblaciones pequeñas que continuaron habitando la región. Hoy en día, más de 800.000 personas se consideran descendientes zapotecos.
A partir del estudio de las ruinas y los restos arqueológicos, los especialistas pudieron descifrar muchas de las costumbres de los antiguos zapotecas.
Las diferencias de jerarquía social se notaban por el lugar de residencia, la ocupación laboral, la vestimenta y el lugar que se ocupaba en las ceremonias religiosas o los actos públicos. Por ejemplo, la ropa de los nobles era de algodón teñido en diferentes colores, un material cómodo para el clima templado y las temperaturas de la región. Además, utilizaban adornos con plumas y joyas de oro y piedras preciosas. En cambio, la plebe vestía ropa hecha con fibra de agave y de colores naturales, una tela más rústica y menos fresca. Esta diferencia de vestimenta permitía que los nobles ostenten su estatus y, de esa manera, los plebeyos muestren el debido respeto a su encuentro.
Numerosas ciudades y aldeas tenían espacios dedicados al juego de pelota. Los arqueólogos aún no están seguros de cómo eran las reglas del juego. Sin embargo, a partir de los glifos que rodean los campos de juego se sabe que los jugadores debían usar rodilleras, guantes, y otros elementos de protección. Las pelotas eran de caucho, lo que les permitía rebotar.
En las aldeas más pequeñas, estos campos de juego solo implicaban un espacio delimitado al aire libre, muchas veces acompañado por alguna representación pictórica del juego en alguna pared de las cercanías. En cambio, en las grandes ciudades se realizaban construcciones decoradas y el espacio parecía tener un lugar de importancia en el planeamiento de la ciudad. El campo de juego más imponente fue el de la ciudad de Dainzu. Allí las paredes del complejo tienen grabados con competidores del juego de pelota.
Los zapotecas eran expertos trabajadores del oro y piedras preciosas, como el jade. Los orfebres eran artesanos especializados en joyería para la nobleza. En cambio, los alfareros que producían cerámica lo hacían para personas de ambas castas. La cerámica se utilizaba tanto para piezas de uso cotidiano de almacenamiento y cocción de alimentos, como para adornar hogares, edificios públicos o templos. Muchas cerámicas tenían dibujos complejos que, junto a algunos glifos de escritura, contaban una historia o representaban una imagen específica de las creencias zapotecas.
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